Diario De Campo

En esta salida de campo pasaron diferentes cosas interesantes y algunas muy divertidas, esta fue una experiencia nueva que creo todo el mundo debería vivir.
Era día Sábado 31 de Marzo, el ultimo día del mes y también de la semana santa o semana mayor, este día decidimos ir a visitar Monserrate junto con mi amiga Valentina y mi familia como un “plus”, teníamos diferentes motivos para hacerlo, el primero conocer este lugar del que todos los turistas hablan cuando llegan a la capital Colombiana, y el segundo cumplir con la tarea delegada por el profesor Sebastián Cobos de visitar un lugar desconocido y escribir un diario de campo sobre ella, pues bien este fue nuestro lugar por visitar y este el relato sobre este interesante lugar.

Basílica del señor de Monserrate, tomado desde el cerro de Guadalup

Todo comenzó un Jueves en clase, el profesor nos comento el proyecto final del corte, el cual ya conté anteriormente, junto a esto nos dio varios ejemplos para tener herramientas y lugares para visitar, todos eran diversos, cementerios, brujos, burdeles, prisiones y hasta “la piscina”, leímos un par de diarios de campos y sin más nos dejo ir para pensar el lugar a visitar. Desde el principio pensé que iba a ir con Valentina, ya que es mi amiga más cercana de la clase y con la que posiblemente más se me facilitaría ir, pero ahora teníamos un nuevo reto; decidir a que lugar acudir, estuvimos pensándolo por semanas hasta que por fin nos pusimos de acuerdo, Monserrate, aprovechando que era semana santa pensamos en ir a Monserrate para ver los diferentes fenómenos que dicen ocurren allá como por ejemplo si en realidad es tan largo el trayecto como se dice, o que si en realidad hay personas que se atreven a subir a pie con tal de recibir algún bien por parte de Dios, en fin, estaba muy emocionada de asistir pero mis padres no tanto, estaban preocupados ya que parece ellos tuvieron experiencias no muy gratas las veces que subieron las escaleras de este cerro, así que por decisión colectiva decidieron acompañarme a mi y a mi amiga, no recuerdo cuantas veces les repetí que yo no iba a pasear si no a hacer un trabajo pero igual dijeron que sería una buena experiencia familiar.

Llegó el día y nos levantamos muy temprano en la mañana para dirigirnos hacia el lugar, yo vivo fuera de Bogotá así que era un largo trayecto hasta llegar allá, recuerdo que ese día ni siquiera desayunamos pues en las mañanas no nos da muchas ganas de comer, al llegar al centro de la capital nos detuvimos para comer algo rápido antes de subir, a medida que avanzábamos me di cuenta de como iba cambiando la ciudad y de la mayoría de vendedores ambulantes que iban apareciendo por el camino, finalmente llegamos y desde lejos vimos las escaleras que serían el comienzo de un largo recorrido, mi padre y mi hermana “se le midieron” a subir mientras que mi mamá por cuestiones de salud prefirió subir por el teleférico, en los primeros pasos de la larga subida mi cabeza daba vueltas estaba pensando en si de verdad iba a encontrar algo interesante que ver, recordaba que en el Transmilenio estábamos discutiendo con mi amiga Valentina los diferentes mitos .de Monserrate y el más popular era el de que las parejas cuando suben sin estar casadas se separan, he escuchado esto en muchas partes y Valentina me conto algunas más, recuerdo que de inmediato pensé en mis padres pero bueno ellos están casados por la iglesia católica así que supongo que estábamos bien. Al subir sentía que no veía nada interesante, me estaba preocupando más por observar que por la misma fatiga, veía cada detalle, los letreros, las personas (que eran muchas), las escaleras, las personas que apoyaban en logística y por obvias razones los vendedores, lo que me llevo a otra pregunta ¿Estos trabajadores subirán este trayecto todos los días? Deben tener un gran físico pensé.


A medida de íbamos subiendo veíamos diferentes cosas, entre las cuales estaban algunos letreros que nos indicaban en qué lugar íbamos del trayecto, sentí que esto era una especia de incentivo para que las personas vieran que cada vez estaban más cerca de la cima. En el recorrido veía todo tipo de personas con todo tipo de vestimenta, recuerdo que pensé que las personas que subían iban con sus ropas más formales ya que subían a presentarse ante Dios y que este era su mayor propósito, pero noté que en realidad a la gente no le importa su aspecto solo cuan cómodo van para subir el imponente cerro. A mitad del camino ya se veía el cansancio de la mayoría de las personas algunos paraban a descansar, nosotros lo hicimos un par de veces, para disfrutar de la maravillosa vista y refrescarnos, recuerdo que en una ocasión mi hermana se mareo, supongo que es por el ritmo que llevábamos ya que era constante y parar de un momento a otro a esa altura debe afectar de alguna manera, a mí también me pasó ya que me dolían las piernas y quería descansar así que pare, lo que me hizo marear, debo admitir que fue horrible y gracias a esto perdí de vista a mi amiga, ella continuo el recorrido a su ritmo. Habían partes que eran mucho más descansadas, en estas partes había una pequeña invasión de tiendas improvisadas donde ofrecían todo tipo de golosinas y hasta “chicha” y guarapo” mi hermana hizo un comentario divertido sobre esto ya que no se imaginaba a una persona borracha subiendo a Monserrate, recuerdo que cuando estábamos ahí vi algo que me causo curiosidad, un caballo, creo que deben tener más, imagine que serían para casos de emergencia, más adelante me enteraría que este es el medio para subir los diferentes productos para la cocina.


Cuando por fin llegamos me di cuenta que había mucha más gente de la que pensé, la cima del cerro parecía un pequeño pueblo con una pequeña plaza donde lo principal era la iglesia rodeada de diferentes mercados y una zona de comidas, apenas llegamos hicimos una breve parada en el baño, luego de esto nos dirigimos hacia las artesanías y hacia la comida, ya arriba decidimos que era momento de desayunar, vaya caos, habían meseros por todos lados tratando de convencernos que su restaurante era el mejor, yo pensé que toda la comida era la misma pero al parecer no, por desgracia entramos a un  restaurante que parecía ser bueno pero en realidad no tenia nada de eso, debo admitir que la comida no fue lo mejor del recorrido, sin embargo no todo es malo pues aprovechamos y nos dimos cuenta de varias cosas, primero el gas es de pipeta, y que efectivamente la comida y los demás productos eran subidos a caballo, luego de esto nos detuvimos para apreciar las artesanías, no compramos nada pues había mucha gente y estaba imposible transitar, luego hicimos una breve entrada a la iglesia, que se supone es lo principal de este cerro, digo se supone porque parecía que todas las personas estaban más preocupadas por tomarse fotos o cualquier otra cosa menos la iglesia. En la iglesia vimos lo que se puede ver en cualquier iglesia solo que esta tenía un altar realmente hermoso muy decorados con finos toques color oro, también había varias estatuas de figuras divinas, desafortunadamente no logramos sacar una buena foto por la cantidad de gente, sin embargo logré tomar una foto del altar.

Altar de la basílica del señor de Monserrate.

Ya para finalizar decidimos tomarnos algunas fotos con el paisaje mientras que mis padres se adelantaban a comprar los boletos para el funicular, desde la cima del cerro se podía divisar todo Bogotá, ver esta ciudad desde esa perspectiva fue majestuoso. 

Vista de Bogotá desde el cerro de Monserrate


Seguimos caminando y encontramos un pequeño pozo de los deseos, era una dinámica divertida, se tenía que pedir un deseo y pasar la moneda o el billete por medio de un aro antes de meterla al agua, yo fracasé épicamente, pero me dio curiosidad ver cuánto dinero había así que decidí tomar una foto desde una perspectiva en la cual se veía el dinero del pozo, era mucho, no sé cuánto, con exactitud, pero eran bastantes monedas y billetes.


"Pozo de los deseos, Monserrate"




Para finalizar el recorrido nos dirigimos hacia el funicular, ya que la fila del teleférico era extremadamente larga, cuando llegamos a lugar para hacer la fila empezó a llover a cantidades alarmantes, afortunadamente estábamos seguros al interior del salón de espera donde igual había una extensa fila, no más larga que la del teleférico, pero si bastante extensa.


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Funicular en Bogotá, tomada de pinterest.

Cuando estábamos en el funicular decidimos hacernos hacia una ventana para ver el paisaje, en realidad solo se veía vegetación, pero creo que al ser nuestra primera vez allí nos pareció interesante. También nos fijamos en el mecanismo que usaba este exclusivo medio de transporte, eran como un tipo de liga metálica que regulaba la velocidad en la que iba el funicular, por un momento nos imaginamos que pasaría si esa liga por alguna razón se quebrara, sería terrible pensamos, afortunadamente no ocurrió y esperamos no ocurra nunca. De esta manera descendimos con tranquilidad hasta llegar al final de nuestro recorrido, pasamos en un día de estar a tres mil ciento cincuenta y dos metros sobre el nivel del mar a dos mil seiscientos cuarenta metros, lo que significa que subimos casi mil metros, ahora entiendo el porque durante el recorrido tuve mareos y hasta tuve una sensación de sordera momentánea, definitivamente fue una agradable visita aunque tenía algunos prejuicios de lo que debía ser Monserrate como una especia de lugar  “sagrado” y que solo la gente creyente podía subir ahora entiendo que en su lugar para todos y que hasta el menos interesado por la religión puede subir y pasar un rato agradable.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

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